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Trini me llamó porque, a pesar de que su casa tenía unas vistas, una estructura y una orientación fantástica, había sufrido unas reformas anteriores muy poco afortunadas, convirtiendo el espacio en un lugar oscuro y muy compartimentado, por lo que vivían con la luz siempre encendida.
El edificio donde está ubicada la vivienda es conocido por su estructura en forma de arco y sus vigas circulares en hormigón armado. Así que estudiamos los archivos del edificio y con algunas modificaciones para darle actualidad, devolvimos a la vivienda su tan acertado estado primigenio, inspirándonos en el espíritu del proyecto pensado por el arquitecto.
Nuestro propósito fue recuperar la estructura originaria y darle protagonismo, para lo que desnudamos las vigas, abrimos los huecos originales, cambiando las carpinterías exteriores y decapando las interiores. En el baño se recuperó también la pila original.
A la hora de amueblar ya contábamos con poco presupuesto, por lo que buscamos líneas sencillas y colores alegres de productores locales. Esto hizo que la casa tuviera una aire fresco y divertido, con un aire a la serie Pocoyo. Pero, además y como guinda del pastel, Trini consiguió por fin su huerto urbano y no volver a encender la luz hasta que se hiciera de noche.

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