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Vicki se compró hace años una casa nueva en su pueblo. La casa le gustaba, pero pasaban los años y seguía sin amueblar. Tenía tan solo dos sofás rojos enfrentados, una tele, una estantería y un pequeño rinconcito con ilustraciones y cuentos. Por eso, así, como si de un dibujo a lápiz se tratara, empezamos minuciosamente con el amueblamiento. Nuestro objetivo fue convertir su casa en su cuento, así que optamos por papel pintado a los pies de la cama, lámpara de plumas en su habitación, y cabecero y mesita con forma redondeada; círculos para la buhardilla, un sofá rosa y almohadones de ilustradores, cantos redondeados, madera… y mucho, mucho mimo, hicieron, así, de su casa, un fantástico cuento.

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